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5ª entrega de relatos

01 septiembre 2007

Seguimos con la 4ª parte de El escudo del caballero.

Resignándose Mary de no haber podido salvar a Gregory y sabiendo que no iba a poder revivir a Dary, se fue hacia la orilla. Encontró entre las sombras una palanca. La activó y el agua del lago comenzó a desaparecer junto con los monstruos, dejando en el suelo el cuerpo de Gregory. Mary se fue corriendo hacia el cuerpo de Gregory y sintió que respiraba. Lo llevó hasta la otra orilla y allí pasaron la noche.
A la mañana siguiente Gregory ya estaba bien, y cuando Mary se despertó retomaron su viaje.
La siguiente sala era grande como la de las paredes, pero no tan alta. Además era de color rojo fuego. Esta vez no tiraron ninguna piedra porque temían que fuese como la sala de las paredes. Nada más poner Mary un pie en esta sala, de las paredes comenzaron a salir llamaradas, lo que les recordó la primera sala donde Mary había salvado a Gregory de ser atravesado por una aguja. Corrieron lo más que pudieron, pero una llamarada le rozó el pelo a Gregory y volvieron atrás. Se quedaron un rato observando las llamaradas para ver si había algún patrón, y lo descubrieron. El primer cañón de llamaradas lanzaba dos llamas y se paraba dos segundos, el segundo lanzaba dos llamas en los dos segundos que el primer cañón no lanzaba llamas, el tercero igual que el primero y así sucesivamente. Una vez seguros de esto, empezaron a avanzar por la sala. Una vez pasó que Gregory se adelantó al ritmo y se quemó las mangas de la camiseta. No tuvieron más problemas y cruzaron la sala.
-¿Crees que quedarán muchas salas? -dijo Mary.
-No creo, porque llevamos 4 salas y eran muy grandes -le contestó Gregory.
La siguiente sala era un poco más pequeña que la anterior, pero tenía unos agujeros en el suelo. Tiraron una piedra al agujero que estaba más cerca de ellos, no pasó nada. Pero cuando pusieron en la sala un pie, de los agujeros salió agua y le dio a Mary en la cara. La fuerza del agua era tan potente que la empujó hasta la entrada. Volvieron a quedarse mirando el agua, como en la otra sala con las llamas. Las de la primera fila de izquierda a derecha echaban un chorro de agua todas a la vez y paraban un segundo, la segunda fila echaba el chorro en el segundo en el que la primera descansaba, y así todas. Pasaron esa sala sin más dificultades. Al momento en que salieron de la sala el agua desapareció.
En la siguiente sala las paredes y el suelo tenían cortes. Pasaron sin arrojar ninguna piedra. Al momento, de algún lugar salió un viento muy potente que avanzaba como una cuchilla, le dio a Gregory en la pierna y ésta comenzó a sangrar. Se retiraron a la entrada y Mary se la vendó igual que hizo con su brazo cuando le rozó la aguja de la primera sala. Se asomaron sin apoyar los pies en la sala, buscando algo que les pudiera servir de escudo. En la esquina había un escudo hecho de escamas de dragón y a su lado un esqueleto que parecía haber intentado cogerlo pero que no había tenido tiempo suficiente. Mary se decidió a intentarlo porque Gregory no podía andar rápido. Pese a la oposición de Gregory, Mary se aventuró en la sala. Ella había sido campeona escolar de atletismo, pero esto era muy diferente. Corrió lo más rápido que pudo, esquivando algunas cuchillas de aire, pero una que se dirigía directamente a su cabeza le dio en el pelo, que como lo tenía largo lo cortó. Otra cuchilla le dio en la antigua herida de la aguja, que comenzó a sangrar. Sin hacer caso de esto, Mary se lanzó detrás del escudo justo a tiempo para detener una cuchilla que iba directamente a su cara. El escudo paraba las cuchillas, y se fue a por Gregory.

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LA PRÓXIMA SEMANA: EL ESCUDO DEL CABALLERO 5ª PARTE

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