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4ª entrega de relatos

24 agosto 2007

Ésta es la tercera parte de El escudo del caballero.

Una vez pasado Caldem, se dirigieron al santuario Dinsut. Ninguno de los dos tenía especial interés en llegar allí, pero rodearlo les llevaría mucho tiempo, pues era muy grande. Habían oído hablar en Caldem que había trampas en muchos sitios del santuario, pues en la antigüedad había sido objetivo de ladrones y los monjes habían decidido colocar trampas, habían logrado que dejasen de robar pero ahora ya nadie se acercaba por allí por temor a caer en una de sus trampas. El santuario había caído en desuso.
Descansaron debajo de un roble antes de llegar a Dinsut. No durmieron mucho, pero lo suficiente para poder continuar.
Un poco más adelante empezaron a atisbar las torres más altas del santuario. En la entrada de éste había escritas unas palabras: Odden pert woltam, hosset de binem. Quería decir: Todo ladrón que por aquí camine, mal destino le aguarda. Los niños no sabían lo que significaba pero por las historias que habían oído sobre Dinsut intuyeron que sería algo malo. Aún así se aventuraron a entrar y abrieron una puerta oxidada por el desuso. El santuario estaba destruido, a lo lejos se veían árboles, lo que les hizo avanzar más rápido, aunque con prudencia. Nada más entrar en el túnel que conducía al santuario empezaron a salir de las paredes agujas de tamaño de una mano y del grosor de un dedo. Gregory estuvo a punto de ser atravesado por una de estas agujas, pero Mary, prudente le hizo agacharse no pudiendo esquivar una aguja que le rozó el brazo y le hizo sangre. El desgarrón le dolió, pero cogió una de las agujas que había en el suelo, se arrancó un trozo de vestido, y se vendó la herida. Cuando cesaron de salir agujas de las paredes continuaron por el túnel, alerta a cualquier baldosa suelta o cuerda en el suelo.
Cambiaron de sala, lo que les hizo estar más alerta aún. Ahora era una sala con el techo muy alto, y las paredes muy lejanas. Estaba vacía, excepto por un esqueleto en una esquina de la sala. Mary cogió una piedra del túnel y la lanzó a la sala esperando a ver que sucedía. De inmediato, las paredes de la sala empezaron a moverse, haciendo la habitación cada vez más pequeña. Inmediatamente los chicos salieron a correr dejando atrás el túnel y esperando poder llegar enteros a la siguiente sala. Cuando las paredes tenían una separación de 10 metros vislumbraron a lo lejos la siguiente sala. Cuando estaban a punto de pasar a la siguiente sala, las llamas rodearon la salida y a las paredes las separaban sólo 8 metros. En el suelo había una manta vieja que cogieron y tiraron a las llamas. Aprovecharon para pasar por encima aunque sus pantalones y sus piernas sufrieron mucho las llamas. La sala se cerró y al frente estaba una nueva sala. Estaban agotados y pararon para descansar.
Después de descansar miraron la nueva sala. Era un lago y en el agua había un bote. Gregory lanzó una piedra al lago, pero no pasó nada. Se montaron en el bote y cuando echaron la vista atrás, vieron que la anterior sala estaba como al principio. Comenzaron a remar y las aguas empezaron a moverse. Ellos siguieron remando pero la barca comenzó a dar vueltas. Del agua surgieron monstruos sin rostro y empezaron a producirse remolinos. Gregory y Mary comenzaron a remar lo más rápido que podían, esquivando los remolinos y los monstruos hasta que uno de ellos cogió a Gregory y se lo llevó. Mary intentó rescatarlo pero había mucha corriente y no pudo alcanzarlo.


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La próxima semana: El escudo del caballero 4ª parte

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